Historia del Club

100 Años, una visión

(Foto gentileza serargentino.com)

El club Atlético Central Córdoba ha pasado por todo tipo de circunstancias adversas y vicisitudes inauditas; a lo largo de su tiempo fue una entidad agonizante en la constante aparición de cambios profundos gestados desde la propia organización del fútbol. Para bien o para mal, ha conocido las profundidades de la ciénaga más anegadiza y de difícil salvamento, pero allí está el club del viejo Barrio Oeste, aún intacto. Muchas veces herido, y con su figura lacerada, ha visto y se ha relacionado de manera directa con la gloria deportiva, pero también ha pagado con creces su popular fama, una fama bien ganada, al ser considerado como el primer club de la provincia en incursionar en todo tipo de motivaciones o iniciativas sociales, como así también en torneos nacionales oficiales desde 1959. Atravesando una primera difícil etapa constitutiva, que duró hasta 1945, pasó a ser el más destacado a nivel deportivo y cultural en la provincia desde mediados de la década de los 50. Central Córdoba es el que ha alcanzado los logros y méritos más representativos para todos sus conciudadanos sin distinción alguna. Toda esa consagración filosófica y lírica fue real, tangible, palpable, y sucedió, superando todo tipo de circunstancias poco favorables. Se dio, más allá de toda situación de desamparo o complejidad socioeconómica.
Todas estas acciones desarrolladas a lo largo de cien años no solo han servido para apuntalar un sistema permanente de trabajo con miras a la perdurabilidad en el tiempo, con la creencia en el sostenimiento de propósitos nobles afines a la trascendencia institucional, sino además para colocarse como entidad rectora y difusora de cultura en el amplio ámbito de la ciudadanía. Sus grandes victorias, bien sean deportivas o institucionales, han sido de honda repercusión y de una enorme conmoción en la historia de un pueblo. Tal es así que han traspasado las barreras del tiempo y hoy vuelven a reinsertarse con fuerza en el espíritu de una ciudadanía renovada, que se ha ido regenerando y manteniendo vivas las brasas de la gloria a causa del fenómeno de erosión de las generaciones pasadas, pero con el sostenimiento convincente de su legado.
El mundo ferroviario es un mundo de construcción permanente y de restauración constante que abraza hoy más que nunca el legado y las visiones de quienes, desde aquel 3 de junio de 1919, reunidos en Asamblea en las viejas y desaparecidas instalaciones de la Biblioteca 9 de Julio, han creído en una institución posible y le han dado vida a partir del consenso y su participación decisiva.

Fundación

A fines de mayo de 1919, un pequeño núcleo de hombres se da cita en el antiguo y desparecido estadio Jorge Newbery del Parque Aguirre. Quien encabezaba esa comitiva de hombres era Don Alfredo Terrera. Luego de presenciar con acabado juicio aquel encuentro futbolístico y de celebrar una larga conversación entre los asistentes, quedó firme la idea de fundar un nuevo club que pudiera representar al sector oeste de la ciudad.
El día lunes 3 de junio de 1919, a las 21 horas, sin importar el frío, un grupo ampliado de personas que adherían a la causa de la creación de un nuevo club se dio cita en la antigua Biblioteca 9 de Julio para dar el gran paso fundacional. Vecinos del antiguo Cantarrañas, con algunos integrantes de las familias más tradicionales del lugar, algunos empleados del ferrocarril, dirigidos por el entonces jefe de taller Sr. Telmo Luna, y una pequeña comitiva ligada a la cultura y al comercio, encabezada por Alfredo Terrera, conformaron ese primer núcleo de hombres emprendedores, quienes habrían de dar el paso decisivo. La hora de la votación fue determinante, aquellos jóvenes que promediaban entre 19 y 23 años le habían regalado al fútbol local una nueva institución deportiva.
Esa misma noche del 3 de junio, nació el Club Atlético Central Córdoba en pleno centro santiagueño, y en una de las bibliotecas más concurridas por los profesionales de la época. El Art. N°1 de su Acta Constitutiva, automáticamente puso en evidencia, respecto de cuál sería una de las tantas funciones sociales del club: “El día 3 de junio de 1919, fundóse con el lema Mens Sana In Corpore Sano la institución denominada Club Atlético Central Córdoba”. Si bien quedaba expresamente claro en el Art. N°2, Inc. A, que su prioridad sería el fútbol, también dejaba expuesto que el nuevo club sería de una enorme apertura social, y fijaría su atención en las problemáticas barriales.

La primera Honorable Comisión Directiva fue:

Presidente: Sr. Telmo Luna
Vicepresidente 1ro: Sr. Eleodoro Morales Sánchez
Secretario: Sr. Ricabel Santillán
Pro Secretario: Sr. Ramón Alfredo Terrera
Tesorero: Sr. José Pereyra
Pro Tesorero: Sr. Miguel Pulvet
Vocal Titular: Sr. Enrique Rizzo Patrón
Vocal Titular: Sr. José Cruellas
Vocal Titular: Sr. Lázaro Pería
Vocal Titular: Sr. Francisco Vélez
Presidente Honorario 1ro: Mr. George Cabrett
Presidente Honorario 2do: Dr. Luciano Figueroa

Dos Ligas. Una decisión.

Cuando Central Córdoba nació aquel 3 de junio, eran varios los problemas sociales y políticos que atravesaban a la sociedad santiagueña, pero había uno en particular que afectaba a los intereses de la naciente institución. A fines de septiembre de 1918, se produce un hecho drástico en la composición del fútbol santiagueño, más precisamente el día 30 de septiembre cuando se produjo la ruptura de la Liga Santiagueña de Foot-ball, dando lugar al nacimiento de una liga opositora, la Liga Cultural de Foot-ball.
La Liga Santiagueña era la liga reconocida oficialmente por la Asociación Argentina de Football, era la liga oficial. La Liga Cultural, en tanto, pasó a convertirse en una liga disidente, reconocida solamente por la Asociación Amateurs. Se trató de dos visiones completamente distintas de cómo debía administrarse el fútbol santiagueño y sus relaciones con el resto de los clubes, y a la vez, fueron dos posturas irreconciliables, que serán de un enorme desgaste y de grandes pérdidas para la próxima década del fútbol local.
Central Córdoba, en ese contexto dirigencial delicado y sumamente politizado, el día jueves 6 de junio de 1919, se plegó a las influencias y a las directrices de la Liga Cultural, donde compitió a lo largo de su historia. Los clubes fundadores de la Liga Cultural fueron encabezados por dos entidades poderosas, el Club Estudiantes y el Club Mitre, a estos se sumaron los desaparecidos Club Alumni y el Club Principiantes Unidos. Bajo estas condiciones, se puso en funcionamiento la competencia en el ámbito de esta Liga. Con el paso de los meses, otros clubes ricos en historia se irían incorporando, entre ellos Central Córdoba.

La Competencia

Los primeros presidentes ferroviarios, tanto Don Telmo Luna, como el Dr. Alfredo Gargaro, Don Alfredo Terrera y el Dr. Arturo Bustos Navarro, fueron formateados al naciente Central Córdoba. A la par de estos sucesos dirigenciales-deportivos que iban fortaleciendo la vida de las emergentes instituciones deportivas, Central Córdoba empezó a competir en la Divisional Intermedia, donde decidió afiliarse por ser un club de reciente constitución. Su bautismo de fuego fue el sábado 16 de junio, ante la división intermedia del Club Mitre, en una de las primeras canchas que se levantó en la ciudad, el precario potrero de Cachi Pampa, muy cercano a las instalaciones de la actual parroquia de San Jorge en el Barrio Alberdi.
En base a las ideas iniciales de Mens Sana In Corpore Sano, el club logró constituir sus primeras divisiones inferiores en poco tiempo, dado que varios niños de la zona encontraron un lugar adecuado donde alejarse de los vicios y comenzar con la práctica del fútbol. El año 1922 fue de grandes novedades para el club. Al finalizar el campeonato de dicho año, Central Córdoba se quedó con el Torneo Competencia de la Intermedia, logrando con ello el ansiado ascenso a la Primera División del fútbol santiagueño.
Entre 1919 y 1922, el reciente club hizo excelentes campañas, dando muestras de sacrificio y entrega en cada estadio en el que debió jugar. Promediando el año 1923, Central Córdoba ya contaba con cuatro divisiones inferiores, estadio propio, unos ciento cincuenta socios, y había logrado consolidarse en un muy competitivo fútbol local. Desde su primera participación en la división mayor del fútbol, Central Córdoba, por tratarse de un club nuevo, había logrado llevar a cabo interesantes campañas.
Los campeones de aquel torneo y los responsables de depositar a la institución en la Primera División fueron: Ángel Gómez, Julio Bravo, Ángel Juárez, Florindo Alvarado, Elías Sánchez, Carlos Coronel, Isidro Arias, José Díaz, Pedro Secco, Pedro Ledesma y Andrés Díaz. En la composición de este equipo campeón se puede observar a Elías Sánchez y Carlos Coronel Salvatierra, quienes a su vez ejercían su rol de dirigentes del club. El fútbol de esos años generalmente tenía estas características: quienes componían un cuerpo dirigencial también podían oficiar de jugadores, de árbitros, de técnicos e incluso de representantes del club en alguna de las comisiones de la liga. En 1923, 1924 y 1925, Central Córdoba ocupó el segundo puesto de los campeonatos organizados por la Liga Cultural. En 1926 se adjudica un nuevo trofeo de importancia, la Copa Montenegro, cuya final se disputó en el estadio de los aurinegros. Finalmente, hacia diciembre de 1927, se produciría la tan ansiada fusión de las Ligas Santiagueña y Liga Cultural, imponiéndose el nombre de la segunda. En adelante, el fútbol santiagueño se encaminaría hacia la obtención de grandes logros en gestas deportivas memorables.

El estadio y la primera camiseta

Por esos años 20, también comenzó a calar profundo el giro futbolístico propuesto en gran medida por la fuerza de las clases de los sectores medios pudientes. La creación de una nueva liga reforzaba la necesidad de que nacieran más clubes, por ello, junto a los históricos clubes, comenzaron a competir nuevos equipos, quienes en su mayoría levantaban sus precarias canchas por fuera del lujoso y exclusivo Parque Aguirre, donde los fundadores del fútbol tenían sus estadios y se emparejaban con los sectores mejor acomodados. Central Córdoba fue uno de los tantos clubes nuevos que se instaló en la periferia.
Ocupó varios espacios en el extenso territorio del barrio Oeste, siempre circundante a las vías del ferrocarril. Entre esos espacios se ocupó inicialmente un terreno ubicado a unos trescientos metros de Avenida Aguirre, por Avenida Libertad, a la altura actual de la calle Gobernador Cabana. Ese primer terreno baldío, acondicionado como cancha, estaba pegado a las vías del tren. Un segundo asiento sugiere que esa cancha fue trasladada a cercanías del cruce de las calles Sarmiento y 3er Pasaje, por aquellos años, cuando aún no se habían abierto esas calles, podría tratarse de la calle 12 de Octubre. Otra teoría sugiere un tercer asiento en cercanías a la Avenida Colón, cerca del paso a nivel ubicado sobre Avenida Libertad, para finalmente, hacia el año 1929, mudarse a su asiento definitivo, en el antiguo campo de deportes del Colegio Nacional.
Los estadios de aquellos años no eran otra cosa que un terreno disponible al cual se lo limpiaba y acondicionaba reglamentariamente para cumplir con las funciones del juego. Muchos de esos potreros generalmente contaban con las medidas reglamentarias, los arcos pintados de blanco, las líneas de cal bien marcadas y una cerca de madera de un metro y medio aproximadamente que rodeaba toda la cancha. Algunos de ellos, los clubes mejor acondicionados, podían incorporar el alambrado olímpico a esas cercas como medida de seguridad.
La camiseta del Club Central Córdoba es un tema que solo propone teorías y cuenta con muy pocos datos concretos. Se conoce que la primera camiseta oficial fue de color blanca con bastones negros verticales, mientras que los pantalones eran de color azul. Hacia 1919, el club habría debutado con esta indumentaria tanto en torneos locales como en los viejos interprovinciales. También se registra que, hacia 1930, Central Córdoba se habría presentado en un torneo en la provincia de Salta con la misma vestimenta, donde el pantalón azul formaba parte del uniforme oficial.

Los primeros próceres

El Barrio Oeste ha dado grandes valores al fútbol de la entidad ferroviaria. Desde sus inicios, el club, bien establecido en su lugar de origen, recibió a numerosos niños de la zona que comenzaron a dar sus primeros pasos deportivos en la institución. De allí surgieron dos grandes figuras que supieron representar de manera destacada a Central Córdoba y al fútbol de Santiago del Estero en los más altos niveles: Teófilo Juárez y Segundo Ibáñez. Ambos defensores se formaron en las divisiones inferiores del club blanquinegro durante los primeros años de la década del 20.
Estos jugadores exhibieron su talento tanto en los grandes clubes de Rosario y Buenos Aires como, en el caso de Teófilo Juárez, en el fútbol internacional. Ambos tuvieron una extensa y exitosa carrera, regresando al club que los vio nacer para cerrar su trayectoria deportiva. A principios de los años 40, cuando aún eran jóvenes, Juárez defendió las camisetas de Rosario Central, River Plate, Racing de Avellaneda e incluso incursionó en el fútbol brasileño. Por su parte, Segundo Ibáñez jugó en Platense, donde se convirtió en ídolo, y más tarde en Boca Juniors, club en el que se retiró. En 1942, Teófilo Juárez se convirtió en el indiscutido técnico de la selección de la Liga Cultural de Football.

Central Córdoba en las décadas de 1930 y 1940

Durante los años 30, el Club Central Córdoba logró mantenerse con mucho esfuerzo dentro del marco de la Liga Cultural. Esta década estuvo marcada por una profunda crisis económica que debilitó el fútbol local. Muchos grandes futbolistas emigraron a clubes más poderosos, las boleterías comenzaron a registrar números en rojo y, hacia 1932, la Liga Cultural inició un proceso de desintegración que fue detenido por la intervención de varios dirigentes comprometidos. En estos años de franco debilitamiento, los dirigentes ferroviarios como los presidentes Constantino Capovilla, Ángel Giama y Antonio Collado lograron mantener al club a flote.
En este período, el fútbol santiagueño sufrió la desaparición de numerosos clubes históricos, muchos de ellos campeones en sus respectivas ligas. Algunos de los equipos que dejaron de existir en pocos años fueron Alumni, Principiantes Unidos, Comercio, Belgrano, Red Star, Alsina, Obras Sanitarias y Correos y Telégrafos, entre otros. La loable misión de los dirigentes ferroviarios fue mantener a Central Córdoba en pie. Durante esta década, no se obtuvieron títulos, pero se trabajó arduamente en el fortalecimiento de las divisiones inferiores y en la preservación de la infraestructura del club.
En los años 40, el club ingresó en un período de crecimiento y superación. Sus divisiones inferiores se volvieron más competitivas y comenzaron a surgir nuevos talentos. Se produjo un recambio dirigencial en la Liga Cultural con la asunción de Don Carlos Montes de Oca, lo que trajo un impulso positivo para el fútbol local. Esta década resultó más favorable para Central Córdoba, ya que hubo mayor competencia y el club logró conformar buenos equipos gracias a su semillero.
A principios de los años 40, regresaron al club Teófilo Juárez y Segundo Ibáñez, lo que representó una inyección de ánimo para la institución. La dirigencia de este período fue más ambiciosa y comenzó a planificar logros mayores. Uno de los principales proyectos fue la obtención del primer campeonato anual, y el trabajo de los dirigentes dio frutos. Figuras como el Dr. Carlos Zurita, el Dr. Victorio Giuggioliti y Don Pascual Yemma fueron protagonistas de la época, impulsando al club hacia sus primeras grandes alegrías deportivas.
También se llevaron a cabo mejoras en la infraestructura. En esta década, comenzó el tapiado del estadio, se retiraron los viejos vagones que servían de vestuarios en la calle San Martín y se gestionó la primera oficina donde funcionaría la sede social del club. Mientras Central Córdoba crecía en silencio, nuevos dirigentes se incorporaban a la estructura del club. Un nombre clave en la transición dirigencial fue Salvador Lorefice, quien logró enlazar las ideas de la vieja dirigencia, representada por Alfredo Ramón Terrera, con la nueva generación de los años 50, conocida como los “Tradicionalistas”.

En cuanto a lo deportivo, los resultados del trabajo realizado durante años fueron más que elocuentes.

1942: Campeón del Torneo de Honor
1942: Subcampeón del Torneo Anual
1945: Campeón del Torneo de Honor
1945: Campeón del Torneo Anual
1949: Campeón del Torneo de Honor
1951: Campeón del Torneo de Honor
1951: Subcampeón del Torneo Anual

Entre todos estos campeonatos, el más glorioso y sufrido fue el de 1945, disputado en una electrizante final contra Central Argentino de La Banda. El partido terminó con un empate 5 a 5 en un enfrentamiento sin cuartel. El campeonato se ganó con esfuerzo, espíritu de lucha y honestidad. Además, en aquel noviembre de 1945, Central Córdoba no solo triunfó en la cancha, sino que también venció a una dirigencia liguista que había intentado impedir que el club del Barrio Oeste lograra su merecido título.
Así, Central Córdoba ingresó a los años 50, una década que marcaría el inicio de su mayor grandeza deportiva e institucional.

Los años 50 y 60. Los años del poderío futbolístico y del rock and roll

(Gentileza El Gráfico)

Luego de la obtención de los torneos de 1951, en cercanías a 1953 y 1954, empiezan a orbitar en los sectores dirigenciales del Ferroviario, un grupo de jóvenes que a la larga sería la sabia y el núcleo de la historia más maravillosa del fútbol santiagueño. Una historia sin igual, pergeñada por el club más humilde que había logrado imponerse a todas las adversidades del tiempo. A principios de la década, se preparaba para entregar la posta a estos jóvenes el Sr. “Turi” Lorefice, el ex Gobernador Javier González, Humberto Sasso, Oscar Ovejero, Lucio Mayuli, etc.; hombres que también hicieron su enorme aporte a la hora de construir los pilares de la institución.
Ahora nacía una lista denominada “Unidad, Juventud y Tradición”. Una lista que no habría de decepcionar y que se mantendría en plena vigencia por más de una década. Emilio Flores, Luis Castelli, José Sire, Cirilo Ovejero, Elías Gubaira, Guillermo Alegre, y apenas unos años más tarde lo hará José Alfano, Dardo De Marco, entre otros.
Una pléyade de dirigentes, que fueron los encargados de depositar a Central Córdoba, en el pedestal más elevado que había quedado vacío desde 1951, cuando el último grande del fútbol santiagueño, el Club Estudiantes, se había despedido de la supremacía de los selectos, tras obtener el campeonato de ese año. De ahí en adelante, todo quedaría en manos del Ferroviario. El gran responsable de efectuar uno de los giros culturales más importantes y decisivos en la historia de la Liga Cultural y de todo el fútbol santiagueño. Nunca antes, se vio nada igual.
Hacia 1957 en la ciudad capitalina empieza a sonar en las radios una música ruidosa, que lleva a la juventud santiagueña a llenar parques y plazas para bailar este nuevo ritmo llamado rock, a la par de esta novedad musical, la nueva dirigencia ferroviaria hace sonar su voz en los pasillos de la Liga Cultural, ya nada es como antes, que con tan solo levantar un dedo se decidía el destino de un club. Los Tradicionalistas, habían llegado para cortar las malas mañas de un núcleo reducido.
Los nuevos hombres, ahora se plantaban firmes ante los poderosos y reclamaban lo justo para su club. Cambio de época. En 1957 Central Córdoba obtiene su segundo campeonato anual luego de una campaña formidable. Empiezan los problemas, Comercio Central Unidos rompe relaciones públicamente con los dirigentes del Barrio Oeste. No fueron los únicos desacuerdos. En 1958 Central Córdoba sale Campeón Anual con la 4ta División, la cual estaba compuesta en su mayoría por jugadores de la 1ra División. Desde 1959, hasta el año 1967, el Ferroviario será una maquinaria imparable de obtener campeonatos. 1959 es un año de presagios, Central Córdoba tras coronarse campeón indiscutido, accede al privilegio de participar en el Campeonato de Campeones, un torneo equiparable con la Copa Argentina, dado que convocaba a los campeones de las respectivas…

Ligas del Interior

El torneo duró apenas un año, pero fue la primera señal de alarma para lo que se vendría en los años siguientes.
La década de 1957-1967, fácilmente puede ser considerada como la Década de Oro para el club Central Córdoba y su pueblo. Esta larga cadena de triunfos consecutivos, terminó por lograr que varios sectores de la sociedad se plegaran en adhesiones a la reluciente institución que hacía posible los sueños de sus hinchas. El cambio fue social, cultural y geográfico; este fenómeno futbolístico nunca antes visto, logró que los sectores aficcionados en el centro de la ciudad, como así también los sectores más humildes de las antiguas barriadas, comenzaran a virar su atención hacia los muchachos del Oeste, quienes iban apilando éxito tras éxito. Con los futbolistas de otros clubes, ocurría algo muy parecido, muchos de ellos empezaron a trabajar fuerte para ser considerados por el club. Muchos de ellos llegaron, esa selección formidable de jugadores realizada por hombres como Don Félix Acuña, o Don Antonio Collado, fue a la larga la composición exitosa de un combinado imbatible, que se presentaba domingo a domingo en cada cancha para demostrar su poderío futbolístico.
El Central Córdoba de los años 60 era una maquinaria, además ese brillo que se había perdido décadas atrás para el fútbol santiagueño, comenzaba a recuperarse, la calidad de los futbolistas santiagueños no tenía límites, y nuevamente muchos de ellos empezaron a ganar prestigio en el fútbol nacional, siendo Central Córdoba una especie de vidriera para esos talentos. Central Córdoba los absorbía, dirigentes muy inteligentes combinaban bailes y festivales, y rifas millonarias, con el arte de armar equipos campeones. Varios muchachos de otros clubes, e incluso del interior de la provincia, encontraron su lugar donde brillar y demostrar su calidad futbolística.
Además de los geniales Manuel Rojas y Patricio Ayuta, y más tarde el imparable Pablo Federico Díaz, estaban los refuerzos. Marcelo Aranda (Comercio Central Unidos), “Kuky” Berardo (Atlético Clodomira), Rene Ruiz (Güemes), el “Negro” Caro (Club Mitre), Antonio Carot (Club Santiago), Nerio Chazarreta (Central Argentino), Néstor Coronel (Futbol de Forres), Osvaldo Vizgarra (Sarmiento), Alfredo Mackepra (Unión), José “Pepe” Casares (Sarmiento), entre tantos otros cracks, talentosos y ganadores. Estos jóvenes eran la mayor atracción dominical, eran jugadores que prometían buen fútbol, y eso tenía su repercusión en las boleterías, donde Central Córdoba también fue artífice por muchos años, al convertirse en uno de los clubes más taquilleros de la época en cuanto a ventas de entradas y jugosas recaudaciones.
Unidad, Juventud y Tradición era por lejos, un mecanismo aceitado. Cada uno de sus componentes jugaba un rol preponderante, desde el colaborador que tenía como responsabilidad enfriar las botellas con hielo para vender bebidas frías en los shows bailables, hasta “Don Guilli” que en gran parte era cabeza de la organización.
La historia del Primer Grande del Interior, tuvo su primera página épica y de gloria a nivel nacional al convertirse en el campeón de la zona Norte del Torneo Regional de 1967. El rival de turno era el poderoso Atlético Guzmán, partido definitorio jugado en tierra caliente, la cancha elegida fue la de Atlético Tucumán, allí se dirimió quién sería el equipo que representaría a su provincia en el primer torneo nacional, ideado en ese entonces por el interventor de la AFA, Sr. Valentín Suárez. Empate provincial para los tucumanos y Santiago del Estero, llevó la definición a Tucumán. El partido fue de enorme tensión durante los 90 minutos, nuevo empate y vinieron los penales. Central Córdoba más atildado, más decidido y más convincente se quedó con el campeonato y con el primer acceso al fútbol de élite del país. Dos penales atajados por Antonio Carot, acaso el jugador más ganador de toda la historia del club y dos ejecuciones letales del “Poro” Aranda, terminaron por hacer justicia, para ese club que nació muy pequeño y humilde, y que a causa del trabajo desmedido y desinteresado de todos sus dirigentes alcanzó el más alto de los reconocimientos y el más sagrado de los honores. Ser el único equipo que representó a la provincia en el fútbol mayor en competencias oficiales (1967, 1971 y 2019), y que en breve debutará en la Copa Libertadores de América. Desde aquel recordado año de 1967, año del primer acceso grande en adelante, al resto de la historia, el pueblo ferroviario ya la conoce.

El Presente

Texto 2

Hoy con un presente en el fútbol grande, desde su ascenso a la Primera División del Fútbol Argentino en 2019, el Club Atlético Central Córdoba de Santiago del Estero ha alcanzado logros significativos:

  • Ascenso a la Superliga (2019): En junio de 2019, tras empatar 0-0 con Sarmiento de Junín y vencer 5-3 en penales, Central Córdoba ascendió a la Primera División después de 48 años.

  • Final de la Copa Argentina (2019): En diciembre de 2019, el equipo llegó a la final de la Copa Argentina, donde perdió 3-0 contra River Plate, marcando su primera aparición en una final nacional.

  • Campeón de la Copa Argentina (2024): En diciembre de 2024, Central Córdoba ganó la Copa Argentina al derrotar 1-0 a Vélez Sarsfield en la final, con un gol de Matías Godoy. Este triunfo le permitió clasificar a la Copa Libertadores 2025.

  • Participación en la Copa Libertadores (2025): Siendo parte del Grupo C junto con Flamengo, Liga de Quito y Deportivo Táchira.

Estos logros reflejan el crecimiento y la consolidación de Central Córdoba en el fútbol argentino.